La historia que voy a contarles nos retrata al minuto. Nos define, creo, mejor que todos los libros y los periódicos que uno pueda echarse a la cara. Me acordé el otro día porque suele contármela Sancho Gracia, que por ahí anda el tío, con un pulmón fuera de combate y teniendo la enfermedad a raya. Aprovechando la tranquilidad de agosto, Sancho subió a la sierra a tomarse un whisky de malta con hielo y sin agua haya cáncer o no, él de mariconadas las justas-; y cada vez que tengo centrado a Curro Jiménez, que suele ser hacia el tercer o cuarto lingotazo de la noche, me gusta hacerle repetir la historieta de marras; que a él se la contaba, a su vez, el actor Luis Peña: aquel que fue primero galán de cine y luego intérprete veterano y estupendo, ya saben. El que hizo A mí la Legión con Alfredo Mayo, Calle Mayor y tantas otras. La cosa es que se encuentran dos amigos. En la versión original, ambos trabajan en el cine; pero a veces, cuando soy yo quien cuenta la historia adornándola un poco, los sitúo en el mundo literario, o en el del periodismo.
La verdad es que pueden ustedes encajársela a cualquier trabajo o actividad, incluida la propia. Podría tratarse de arquitectos, ingenieros, contables, fontaneros. Da igual. En cualquier caso, españoles. Y aunque Luis Peña, que en paz descanse, situaba el asunto en los años cincuenta o sesenta del pasado siglo, el diálogo podría ser de ahora mismo, porque es de siempre. El caso, decía, es que se encuentran dos amigos. Españoles, repito. Y uno va y le dice a otro: -¿Sabes que Fulano se ha comprado por fin un coche? -No me digas -responde el otro-. ¿Y qué coche? -Un Seat Panda de segunda mano. -Ah, pues no sabes lo que me alegro. Ya era hora de que le fueran un poco bien las cosas a Fulano. Es un tío estupendo y lo quiero muchísimo. Además trabaja mucho, y se lo merece... Dale un abrazo de mi parte. Dile que a ver si nos vemos, y que lo disfrute. Al cabo de un tiempo, vuelven a encontrarse los dos amigos. -¿Qué tal le va a Fulano? -Pues nada mal. ¿Te acuerdas de lo que te conté del Panda?... Pues ya ha podido cambiarlo por un Nissan. -Anda, ¿tan pronto? Pues no sabes lo que me alegro, porque yo quiero mucho a Fulano... La verdad es que con el Panda se apañaba bien, pero mejor un coche nuevo, claro.
Me parece fenomenal. Dale un abrazo de mi parte, y a ver si un día nos juntamos los tres a tomar unas copas. Pasa más tiempo. Nuevo encuentro de los dos amigos. -Adivina qué coche acaba de comprarse Fulano. -No me jodas... ¿Pero ya ha cambiado otra vez? -Sí. A un Golf Geteí. Vaya con Fulano, quién lo ha visto y quién lo ve... ¿No te parece?... A fin de cuentas, el Nissan era un coche estupendo, y para lo que él lo necesitaba... Pero mira, la verdad es que me parece bien. Trabaja como un animal y se merece alguna alegría. Ya sabes que yo lo quiero mucho, ¿eh?... Lo quiero un huevo. Por eso te digo que me alegro. Aunque a veces sea como es, ya sabes... Pero oye; cada cual tiene sus cosas. Pasa más tiempo. Nuevo encuentro. -Acabo de ver a Fulano aparcando un Audi. -Pero qué me dices. -Como te lo cuento. Un Audi nuevo de trinca. -No me lo puedo creer... ¿Y qué pinta Fulano con un Audi? -Le irán bien las cosas, digo yo. -Pues para lo que hace tampoco es cosa de ir por ahí avasallando, ¿no crees?...
Hay que joderse con el Fulanito de los cojones. Aquel Golf que tenía era un coche buenísimo, y la verdad... En fin, chico. Cada uno es como es. Pero lo quiero, ¿eh?... Las cosas como son. Es un poquito gilipollas y prepotente a veces, pero yo lo quiero. Mucho. Lo que pasa es que... Mira. No me hagas hablar. Nuevo encuentro, unos meses más tarde. -Dicen que Fulano se ha comprado un Bemeuve. -¿Un Bemeuve?... ¿Qué se ha comprado un Bemeuve?... Pero, ¿quién se ha creído que es?... Si hace nada no tenía dónde caerse muerto... Y no me interpretes mal, ¿eh? Te consta que a Fulano lo quiero mucho. Lo quiero una barbaridad. Pero es que hay cosas que... Bueno. Si yo te contara... último encuentro, un tiempo después. -Agárrate, macho. Fulano se ha comprado un Mercedes. -¿Qué me dices?... ¿Que ese hijo de puta se ha comprado un Mercedes?... ¡Pero si no sabe hacer la O con un canuto!... ¡A ver si va a ser verdad lo de su mujer!
26 de agosto de 2001
La verdad es que pueden ustedes encajársela a cualquier trabajo o actividad, incluida la propia. Podría tratarse de arquitectos, ingenieros, contables, fontaneros. Da igual. En cualquier caso, españoles. Y aunque Luis Peña, que en paz descanse, situaba el asunto en los años cincuenta o sesenta del pasado siglo, el diálogo podría ser de ahora mismo, porque es de siempre. El caso, decía, es que se encuentran dos amigos. Españoles, repito. Y uno va y le dice a otro: -¿Sabes que Fulano se ha comprado por fin un coche? -No me digas -responde el otro-. ¿Y qué coche? -Un Seat Panda de segunda mano. -Ah, pues no sabes lo que me alegro. Ya era hora de que le fueran un poco bien las cosas a Fulano. Es un tío estupendo y lo quiero muchísimo. Además trabaja mucho, y se lo merece... Dale un abrazo de mi parte. Dile que a ver si nos vemos, y que lo disfrute. Al cabo de un tiempo, vuelven a encontrarse los dos amigos. -¿Qué tal le va a Fulano? -Pues nada mal. ¿Te acuerdas de lo que te conté del Panda?... Pues ya ha podido cambiarlo por un Nissan. -Anda, ¿tan pronto? Pues no sabes lo que me alegro, porque yo quiero mucho a Fulano... La verdad es que con el Panda se apañaba bien, pero mejor un coche nuevo, claro.
Me parece fenomenal. Dale un abrazo de mi parte, y a ver si un día nos juntamos los tres a tomar unas copas. Pasa más tiempo. Nuevo encuentro de los dos amigos. -Adivina qué coche acaba de comprarse Fulano. -No me jodas... ¿Pero ya ha cambiado otra vez? -Sí. A un Golf Geteí. Vaya con Fulano, quién lo ha visto y quién lo ve... ¿No te parece?... A fin de cuentas, el Nissan era un coche estupendo, y para lo que él lo necesitaba... Pero mira, la verdad es que me parece bien. Trabaja como un animal y se merece alguna alegría. Ya sabes que yo lo quiero mucho, ¿eh?... Lo quiero un huevo. Por eso te digo que me alegro. Aunque a veces sea como es, ya sabes... Pero oye; cada cual tiene sus cosas. Pasa más tiempo. Nuevo encuentro. -Acabo de ver a Fulano aparcando un Audi. -Pero qué me dices. -Como te lo cuento. Un Audi nuevo de trinca. -No me lo puedo creer... ¿Y qué pinta Fulano con un Audi? -Le irán bien las cosas, digo yo. -Pues para lo que hace tampoco es cosa de ir por ahí avasallando, ¿no crees?...
Hay que joderse con el Fulanito de los cojones. Aquel Golf que tenía era un coche buenísimo, y la verdad... En fin, chico. Cada uno es como es. Pero lo quiero, ¿eh?... Las cosas como son. Es un poquito gilipollas y prepotente a veces, pero yo lo quiero. Mucho. Lo que pasa es que... Mira. No me hagas hablar. Nuevo encuentro, unos meses más tarde. -Dicen que Fulano se ha comprado un Bemeuve. -¿Un Bemeuve?... ¿Qué se ha comprado un Bemeuve?... Pero, ¿quién se ha creído que es?... Si hace nada no tenía dónde caerse muerto... Y no me interpretes mal, ¿eh? Te consta que a Fulano lo quiero mucho. Lo quiero una barbaridad. Pero es que hay cosas que... Bueno. Si yo te contara... último encuentro, un tiempo después. -Agárrate, macho. Fulano se ha comprado un Mercedes. -¿Qué me dices?... ¿Que ese hijo de puta se ha comprado un Mercedes?... ¡Pero si no sabe hacer la O con un canuto!... ¡A ver si va a ser verdad lo de su mujer!
26 de agosto de 2001