domingo, 20 de septiembre de 1998

Una biblioteca I

Durante esta última semana, aprovechando una temporada de calma, he ordenado la biblioteca. Siempre ocurre lo mismo cuando termino de escribir un libro, sea el que sea; en los últimos días no conoces ni a tu familia, ni a tus amigos más íntimos, ni a nadie. Bajas a la mina cada día, o no sales de ella ni para dormir, como un picador del pozo María Luisa, dale que te pego. Vives obsesionado con darle a la tecla y terminar de una vez; y el material que utilizas, los libros que consultas y las nuevas adquisiciones, se acumulan por todas partes, esperando una tregua para su sitio exacto. Porque amén de la utilidad que reporte, un libro tiene su dignidad, y no puede ir en cualquier parte y de cualquier manera; requiere compañía y lugar adecuados. Nabokov puede ir junto a Conrad, tal vez, pero no junto a Cervantes; y Stendhal puede avecinarse con Heine y con Lampedusa, pero nunca con las Crónicas de Froissart, con Moratín o con Plutarco. Cada cual es cada cual.

A veces algún lector escribe pidiendo la recomendación de un libro clave, o que el arriba firmante considere como tal; y no falta quien solicita un canon de obras fundamentales — imprescindibles, es la estúpida palabra de moda en ciertos suplementos literarios—. Siempre me niego, porque eso de las obras fundamentales depende mucho del gusto de cada uno; y libros que a ti te cambian la vida pueden pasar, para otro, sin pena ni gloria. De cualquier modo, mientras colocaba y reordenaba los libros estos últimos días, hubo, como siempre, un par de centenares de títulos y autores donde la vista y las manos se me demoraban más que en otros, por diversas razones. Y de pronto me he dicho: por qué no. Por qué no decir cuáles son, y si a alguien resultan útiles, pues me alegro. La relación, que no es exhaustiva, sí resulta en cambio desordenada y larga: tal vez ronde los ciento cincuenta títulos, de modo que, metidos en faena, contársela me llevará esta semana y la próxima. Así que quien no esté interesado por el asunto puede pasar mucho de calzarse esta página, hoy y la semana que viene.

Última advertencia: los libros no figuran por orden de importancia; y faltan, porque no los recuerdo ahora o porque no me lo parecen, muchos otros. Pero, ya que de algo tan personal se trata, esta lista de Schindler resulta tan buena como otra cualquiera. A ver por qué ha de ser menos válida que la que se fabrican cuatro compadres bobalios para darse coba unos a otros en los cursos de verano: El Quijote (Cervantes). La Odisea (Homero). La Eneida (Virgilio). Vidas paralelas (Plutarco). Obra completa (Francisco de Quevedo). Obra completa (Jorge Manrique). La Biblia. La Divina Comedia (Dante). Fausto (Goethe). Episodios nacionales y novela completa (Pérez Galdós). Obra completa (PíoBaroja). Moby Dick (Melville). Teatro completo (Shakespeare). La montaña mágica (Thomas Mann). Los tres mosqueteros (Dumas). En busca del tiempo perdido (Marcel Proust). El rojo y el negro (Stendhal). La regenta (“Clarin”). Cuadros de viaje (Heinrich Heme). Expedición de catalanes y aragoneses contra turcos y griegos (Francisco de Moncada). Las relaciones peligrosas (Choderlos de Laclós). El ruedo ibérico (Valle-Inclán). Ana Karenina (Tolstoi). Crimen y castigo (Feodor Dostoievsky). Victoria (Joseph Conrad). Historia verdadera de la conquista de la Nueva España (Bernal Díaz del Castillo). Cien años de soledad (García Márquez). Conversación en la catedral (Vargas Llosa). La familia de Pascual Duarte (Camilo José Cela). Tragedias (Sófocles). El jorobado (Feval). Tragedias (Eurípides). Relatos (F. Scott Fitzgerald). El buen soldado (Ford Madox Ford). El prisionero de Zenda (Hope). El gatopardo (Lampedusa). El americano impasible (Graham Greene). La cartuja de Parma (Stendhal). Viajes por Italia (Stendhal). Lord Jim (Conrad). Guerra y paz (Tolstoi). Biografías (Ludwig). Biografías y novelas (S. Zweig) La flecha de oro (Conrad). La línea de sombra (J. Conrad). La marcha de Radetzky (J. Roth). El conde de Montecristo (Dumas). Suave es la noche (F. Scout Fitzgerald). El gran Gatsby (E. S. Fiztgerald). París era una fiesta (Hemingway). Aventuras de Sherlock Holmes (Conan Doyle). “V” (Thomas Pynchon). Poderes terrenales (Anthony Burgess). Grandeza y decadencia de los romanos (Montesquieu). El halcón maltés (Dashiell Harnmet). La aventura equinoccial de Lope de Aguirre (R. J. Sender)...

(Continuará)

 20 de septiembre de 1998

No hay comentarios: