Con esta proliferación de los teléfonos móviles, y los mensajes de Telefónica y de Airtel y los contestadores automáticos, de cada diez llamadas consigo hablar con la gente una, o ninguna. Ya ni siquiera es la voz del otro lo que sale por el canuto diciendo hola, no estoy en casa. Lo normal es que salga una de esas barbies enlatadas a las que terminas odiando con toda tu alma, y diga "el teléfono está apagado o fuera de servicio" cuando es un móvil, u oigas el "no estoy en casa" del contestador normal que uno mismo graba, o eso otro de "en este momento no lo puedo atender; si lo desea puede dejar un mensaje" que pone Telefónica porque, dice, es servicio gratuito de contestador. Aunque lo de gratuito puede contárselo a su tía, porque en realidad es el colmo de la caradura y el atraco a mano armada; un truco infame para que, dejes mensaje o no lo dejes, puedan cobrarte esa llamada por el morro, como hecha y completa, pues el contador funciona a partir del momento en que se interrumpe la señal de llamada y el usuario, grabado o de viva voz, responde al teléfono.
Dicho de otra manera: que tú estás llamando, por ejemplo, a tu Concha, y ella está ocupándose con el del butano, y suena el teléfono diez veces y las diez te sale tu propia voz en el contestador, o la de la Robotina de Telefónica, y no hablas con tu mujer en toda la mañana y el del butano se va feliz de la vida y tu legítima se queda con una sonrisa de oreja a oreja, y encima Telefónica te cobra diez llamadas en tres minutos, como si las hubieras hecho. Lo que significa en términos pecuniarios que has estado treinta minutos hablando por teléfono como un gilipollas mientras tu respectiva decía así, Mariano, más, más. Con lo que se cumple el viejo refrán de que el español, además de cornudo, apaleado.
Aparte de eso hay otros mensajes oficiales o semi con los que alucinas, vecina. Textos enlatados sin el menor sentido de la sintaxis, la prosodia o la estética. Frases paridas por analfabetos o tontos del haba que estiman que un mensaje es más impresionante y más de diseño cuanto más alambicado sea el planteamiento. Para decir que alguien no está en su mesa de trabajo —cosa normal en toda oficina o despacho español entre once de la mañana y una del mediodía—, "La extensión personal que solicita no está disponible en este momento". Pero de todos ellos, el mejor, mi favorito indiscutible, mi ojito derecho, es el que aparece al llamar a muchos teléfonos móviles: "El número al que usted llama tiene restringidas las llamadas entrantes".
Ese mensaje me fascina tanto que le he dedicado horas de minucioso análisis, en inútil intento por desentrañar su secreto. A veces sospecho que significa que el teléfono al que llamo está comunicando; pero es imposible que nadie convierta una respuesta tan simple en semejante imbecilidad. Así que será otra cosa. Restringir, si no me fallan los diccionarios, significa ceñir, circunscribir, reducir a menores límites, o bien apretar, constreñir, restriñir. "El teléfono al que llama tiene apretadas las llamadas entrantes", reconozcámoslo, suena fatal. En cuanto a "restriñir las llamadas entrantes", para qué les voy a contar. Respecto a otras posibilidades, no veo cómo un teléfono puede circunscribir llamadas, sobre todo porque no alcanzo con relación a qué. "El teléfono tiene reducidas a menores límites las llamadas" también me desorienta un poco, pues desconozco esos límites, y el único que tengo a la vista es que el fulano a quien llamo no se pone al teléfono. Por otra parte, se me escapa la diferencia entre menores y mayores límites, tal vez porque soy un poco limitado. Me aferro, por tanto, a la esperanza de que la acepción "ceñir" solvente la papeleta. Pero ceñir significa apretar el cuerpo o la cintura, o rodear una cosa con otra, así que no me vale. También abreviar; pero "abreviar las llamadas entrantes" tampoco puede ser, porque el mensaje no las abrevia, sino que las descarta. Y la acepción náutica "navegar de bolina" aunque me place, es poco aplicable al teléfono. Hay una posibilidad: "Amoldarse a una ocupación, trabajo o asunto". Pero ¿cuál es el asunto que nos restringe o restriñe telefónicamente hablando? ¿Quién lo decide y con qué criterios? Misterio.
De cualquier modo, vale, de acuerdo. No se hable más. Concluyamos que acepto el hecho consumado. Que me rindo ante la evidencia y doy por restringidas las llamadas entrantes. Y ahora digo yo: ¿qué pasa con las llamadas salientes?
30 de enero de 2000
Dicho de otra manera: que tú estás llamando, por ejemplo, a tu Concha, y ella está ocupándose con el del butano, y suena el teléfono diez veces y las diez te sale tu propia voz en el contestador, o la de la Robotina de Telefónica, y no hablas con tu mujer en toda la mañana y el del butano se va feliz de la vida y tu legítima se queda con una sonrisa de oreja a oreja, y encima Telefónica te cobra diez llamadas en tres minutos, como si las hubieras hecho. Lo que significa en términos pecuniarios que has estado treinta minutos hablando por teléfono como un gilipollas mientras tu respectiva decía así, Mariano, más, más. Con lo que se cumple el viejo refrán de que el español, además de cornudo, apaleado.
Aparte de eso hay otros mensajes oficiales o semi con los que alucinas, vecina. Textos enlatados sin el menor sentido de la sintaxis, la prosodia o la estética. Frases paridas por analfabetos o tontos del haba que estiman que un mensaje es más impresionante y más de diseño cuanto más alambicado sea el planteamiento. Para decir que alguien no está en su mesa de trabajo —cosa normal en toda oficina o despacho español entre once de la mañana y una del mediodía—, "La extensión personal que solicita no está disponible en este momento". Pero de todos ellos, el mejor, mi favorito indiscutible, mi ojito derecho, es el que aparece al llamar a muchos teléfonos móviles: "El número al que usted llama tiene restringidas las llamadas entrantes".
Ese mensaje me fascina tanto que le he dedicado horas de minucioso análisis, en inútil intento por desentrañar su secreto. A veces sospecho que significa que el teléfono al que llamo está comunicando; pero es imposible que nadie convierta una respuesta tan simple en semejante imbecilidad. Así que será otra cosa. Restringir, si no me fallan los diccionarios, significa ceñir, circunscribir, reducir a menores límites, o bien apretar, constreñir, restriñir. "El teléfono al que llama tiene apretadas las llamadas entrantes", reconozcámoslo, suena fatal. En cuanto a "restriñir las llamadas entrantes", para qué les voy a contar. Respecto a otras posibilidades, no veo cómo un teléfono puede circunscribir llamadas, sobre todo porque no alcanzo con relación a qué. "El teléfono tiene reducidas a menores límites las llamadas" también me desorienta un poco, pues desconozco esos límites, y el único que tengo a la vista es que el fulano a quien llamo no se pone al teléfono. Por otra parte, se me escapa la diferencia entre menores y mayores límites, tal vez porque soy un poco limitado. Me aferro, por tanto, a la esperanza de que la acepción "ceñir" solvente la papeleta. Pero ceñir significa apretar el cuerpo o la cintura, o rodear una cosa con otra, así que no me vale. También abreviar; pero "abreviar las llamadas entrantes" tampoco puede ser, porque el mensaje no las abrevia, sino que las descarta. Y la acepción náutica "navegar de bolina" aunque me place, es poco aplicable al teléfono. Hay una posibilidad: "Amoldarse a una ocupación, trabajo o asunto". Pero ¿cuál es el asunto que nos restringe o restriñe telefónicamente hablando? ¿Quién lo decide y con qué criterios? Misterio.
De cualquier modo, vale, de acuerdo. No se hable más. Concluyamos que acepto el hecho consumado. Que me rindo ante la evidencia y doy por restringidas las llamadas entrantes. Y ahora digo yo: ¿qué pasa con las llamadas salientes?
30 de enero de 2000
No hay comentarios:
Publicar un comentario