Ahora que han transcurrido un par de semanas y todo está consumado, de momento, y nadie puede tomar esto por injerencia interesada en la campaña electoral, puedo al fin comentarles lo que he estado callando todo este tiempo, semana a semana, artículo tras artículo, mientras me rechinaban los dientes de tanto apretar la boca para no reírme. Me refiero al argumento de campaña del Pesoe; la frase que salía en cada cartel junto al careto del candidato -o candidata, que ahí está el intríngulis- en cuestión: Un alcalde para todos y todas. Lo que más me pone es imaginar cómo se gestó la cosa. Esa reunión en la calle Ferraz de Madriz. Esos altos ejecutivos del partido socialista obrero de aquí. Esos expertos en publicidad electoral. Y, supervisando el cotarro, ese tigre de Bengala, ese Clint Eastwood del hemiciclo, ese malote de película, ese Liberty Valance de la política nacional llamado José Luis Rodríguez Zapatero. A ver esas frases de campaña, demanda el tigre. Pues hemos pensado, dice alguien, en algo así como un alcalde para el pueblo. Me gusta, dice Zapatero. Pero le falta punch. Le falta redondear la idea. ¿Qué tal un alcalde para el pueblo popular?, apunta otro. Eso ya me gusta más, señala el líder carismático. Va más en nuestra línea y aclara el concepto. Lo malo es que lo de popular recuerda un poco a Alianza Popular, por una parte, y al Frente Popular por la otra. Y no sé qué es peor.
Además, que una rosa es ser socialistas y obreros, como por ejemplo tú, Caldera, o tú, Blanco, o yo mismo sin ir más lejos, y otra cosa es ser populares. No jodamos. No es lo mismo juntos que revueltos. No es lo mismo tener un programa de centro-izquierda caracterizado precisa y cuidadosamente por la ausencia de programa, a fin de que nuestra horquilla electoral sea más amplia, que incurrir en deshonestas demagogias. Cien años de honradez nos avalan. O más. ¿Y qué tal un alcalde para todos?, pregunta alguien. No está mal, responde Zapatero; pero le falta contenido. Le falta garra que agarre. ¿Me explico? Pues oye, apunta otro creativo. Ya que estamos en eso, a quien no le va mal es al lehendakari Ibarretxe con esa murga de los ciudadanos y ciudadanas vascos y vascas. En vez de descojonarse de risa y decirle oye, chaval, no nos tomes por gilipollos y gilipollas, allí la gente va y lo vota, o por lo menos lo votan algunos y algunas; y lo mismo, pasito misí, pasito misá, hasta libera a Euzkadi de la brutal opresión franquista y los hace independientes e independientas del Corte Inglés un día de estos. Y será una imbecilidad y una demagogia barata y todo lo que quieras, pero la cosa ha hecho fortuna.
Ahora todo cristo, para que no lo tachen de machista y de carca y de españolisto y españolista, se apresura a cepillarse el género neutro y se apunta a la cosa de los pavos y las pavas. Pues tienes razón, responde Zapatero. El otro día, sin ir más lejos, hasta uno de esos fascistas del Pepé dijo algo sobre la educación infantil, hablando del futuro que espera a los niños y a las niñas de España. Por no hablar de los soldados y soldadas, los conserjes y conserjas, los pacientes y pacientas, las dentistas y dentistas, los maricones y las mariconas. Algo está cambiando en este país, y el Pesoe tiene que estar por cojones y ovarios a la cabeza de ese cambio. Es más: la guerra de el Prestige, el terremoto de Argelia y la neumonía china han demostrado que nosotros somos el cambio. No hay más que verme en el Parlamento, cómo me los como sin pelar? Así que, decidido: el lema de esta campaña será Un alcalde o una alcaldesa socialista o socialisto para todos y todas. ¿Cómo lo veis? ¿Ein?
Lo vemos de post meridian, contestan los adláteres. Tienes un pico de oro, jefe. Pero igual conviene acortarlo un poco. El eslogan. Lo mismo con tanto texto no nos cabe la foto del candidato o la candidata en el cartel; y ya sabes, patrón, que sin las caras sonrientes, honradas y honestas de los políticos y políticas españoles en carteles pegados por las calles, las campañas electorales no tendrían ni la mitad del morbo y la morba que tienen. Fíjate si no en el Pepé, que son astutos y astutas que te cagas, y han puesto para su campaña por la presidencia autonómica de Madrid la cara de Esperanza Aguirre asín de grande; y con esa torda ya podemos darnos por jodidos y jodidas, porque seguro que arrasa. No hay como la cara de la Espe puesta en un cartel y mirándote como te mira, para barrer en las urnas. Así que Madrid, olvidadlo. Tampoco vamos a pretender triunfar en todas partes. Hay que ser realistas. Y realistos.
15 de junio de 2003
Además, que una rosa es ser socialistas y obreros, como por ejemplo tú, Caldera, o tú, Blanco, o yo mismo sin ir más lejos, y otra cosa es ser populares. No jodamos. No es lo mismo juntos que revueltos. No es lo mismo tener un programa de centro-izquierda caracterizado precisa y cuidadosamente por la ausencia de programa, a fin de que nuestra horquilla electoral sea más amplia, que incurrir en deshonestas demagogias. Cien años de honradez nos avalan. O más. ¿Y qué tal un alcalde para todos?, pregunta alguien. No está mal, responde Zapatero; pero le falta contenido. Le falta garra que agarre. ¿Me explico? Pues oye, apunta otro creativo. Ya que estamos en eso, a quien no le va mal es al lehendakari Ibarretxe con esa murga de los ciudadanos y ciudadanas vascos y vascas. En vez de descojonarse de risa y decirle oye, chaval, no nos tomes por gilipollos y gilipollas, allí la gente va y lo vota, o por lo menos lo votan algunos y algunas; y lo mismo, pasito misí, pasito misá, hasta libera a Euzkadi de la brutal opresión franquista y los hace independientes e independientas del Corte Inglés un día de estos. Y será una imbecilidad y una demagogia barata y todo lo que quieras, pero la cosa ha hecho fortuna.
Ahora todo cristo, para que no lo tachen de machista y de carca y de españolisto y españolista, se apresura a cepillarse el género neutro y se apunta a la cosa de los pavos y las pavas. Pues tienes razón, responde Zapatero. El otro día, sin ir más lejos, hasta uno de esos fascistas del Pepé dijo algo sobre la educación infantil, hablando del futuro que espera a los niños y a las niñas de España. Por no hablar de los soldados y soldadas, los conserjes y conserjas, los pacientes y pacientas, las dentistas y dentistas, los maricones y las mariconas. Algo está cambiando en este país, y el Pesoe tiene que estar por cojones y ovarios a la cabeza de ese cambio. Es más: la guerra de el Prestige, el terremoto de Argelia y la neumonía china han demostrado que nosotros somos el cambio. No hay más que verme en el Parlamento, cómo me los como sin pelar? Así que, decidido: el lema de esta campaña será Un alcalde o una alcaldesa socialista o socialisto para todos y todas. ¿Cómo lo veis? ¿Ein?
Lo vemos de post meridian, contestan los adláteres. Tienes un pico de oro, jefe. Pero igual conviene acortarlo un poco. El eslogan. Lo mismo con tanto texto no nos cabe la foto del candidato o la candidata en el cartel; y ya sabes, patrón, que sin las caras sonrientes, honradas y honestas de los políticos y políticas españoles en carteles pegados por las calles, las campañas electorales no tendrían ni la mitad del morbo y la morba que tienen. Fíjate si no en el Pepé, que son astutos y astutas que te cagas, y han puesto para su campaña por la presidencia autonómica de Madrid la cara de Esperanza Aguirre asín de grande; y con esa torda ya podemos darnos por jodidos y jodidas, porque seguro que arrasa. No hay como la cara de la Espe puesta en un cartel y mirándote como te mira, para barrer en las urnas. Así que Madrid, olvidadlo. Tampoco vamos a pretender triunfar en todas partes. Hay que ser realistas. Y realistos.
15 de junio de 2003
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