Protagonista: mi amigo Paco. Edad: 27. Situación: sin curro, por lo que decide apuntarse a un curso de técnico de distribución comercial, subvencionado por la Junta de Andalucía, más que nada porque incluye dos meses de prácticas. Termina el curso y Paco acude con otro compañero a una empresa asignada por la Conferencia de Empresarios. A practicar. Vais a empezar por ferretería les dicen. Para que cojáis el tranquillo. Cuando llegan, el jefe del departamento –nadie lo ha informado de nada- pregunta qué coño quieren. Paco y el otro se lo explican. Ah dice el tordo. Y los pone a cargar cajas y herramientas subiéndolas y bajándolas de las estanterías de tres metros de altura, con lo que Paco y su amigo adquieren rápidamente practica en no caerse desde arriba y romperse la crisma. Algo es algo, deciden. Esto promete.
A los cuatro días empiezan a mosquearse. Oiga, le dicen al jefe de departamento. Ya hemos aprendido a no descojonarnos desde lo alto de la escalera con una segadora encima. ¿Qué otras prácticas vienen ahora? El jefe del departamento los mira y sin decir palabra se va a hablar con el hijo del dueño de la empresa. Llama al despacho. Bronca. Estoy harto de niños pijos dice el jefe Junio. A ver si queréis ser directivos en cuatro días. Volved el lunes. Paco y el colega vuelven el lunes, y el jefe de ferretería les dice que se han acabado las prácticas porque después de su protesta hay mal rollito. Puerta. Cuatro días por la cara. Ni un duro, claro. Son prácticas. Los dos proscritos se van a la Confederación de Empresarios. Otra bronca. A ver que se han creído estos chulitos, dice alguien. Van a echarlos a la calle -ya habéis practicado, dice uno- cuando alguien cae en la cuenta de que al no haber firmado Paco y su amigo el convenio de prácticas, no consta en ningún sitio lo de la ferretería. Y como las prácticas son obligadas, hay que buscarles a regañadientes otro sitio. Ahora es un potente supermercado. Esta vez Paco está solo ante el peligro. Hola, buenas, saluda al jefe de la tienda donde ha sido asignado. Tú qué quieres, etcétera. Por supuesto, el jefe de tienda no tiene ni puta idea de quién es Paco. Vuelve mañana chaval. Paco vuelve mañana, y lo mandan a practicar cuatro días a un mostrador, despachando fruta, hasta que alguien recuerda que no puede tratar directamente con el público. Así que, como faltan reponedores, quien mejor para reponer cosas que un técnico de distribución comercial en prácticas. Durante los siguientes 8 días. Paco adquiere una práctica del copón en reponer en los estantes licores, vinos, refrescos y derivados lácteos. En los ratos libres ayuda con los productos de camping. Por supuesto, todos los otros reponedores odian a Paco, porque está allí por gusto y no cobra.
Los cinco días siguientes los pasa en la carnicería, mirando cómo se cortan las chuletas. Aprende algo sobre envasado y reposición, y pregunta cuando le van a enseñar lo suyo, ordenador, papeleo. Le dicen que ya habrá tiempo, y luego lo mandan a la charcutería. Los primeros seis los pasa inventariando los embutidos y quesos del mostrador: pesa todos los jamones y cuenta minuciosamente las rodajas de chorizo, una por una. La única práctica útil la hace cuando anuncian la visita del inspector de sanidad: en solo medio minuto los empleados arreglan los productos, quitan los que no deben verse, barren limpian y lo dejan todo como una patena. Paco toma nota. Los siguientes dos días Paco no da golpe. El jefe de tienda le sugiere que se tome uno libre, pero el declina el ofrecimiento porque no se fía del jefe de tienda. Tampoco se fía de una cajera que le sonríe. Ve trampas por todos los sitios. Se ha vuelto un paranoico.
Otras sospechas rondan la cabeza de Paco. Por ejemplo, que la Confederación de Empresarios utiliza las prácticas como cebo para captar alumnos y subvenciones, y que a todos les importa una mierda que Paco haga prácticas o no. El caso es que, a dos semanas de acabar las presuntas prácticas Paco sigue sin saber nada de oficina, ordenador IBM -papeleo- lo llaman para decirle que se irá antes de lo previsto, porque el seguro médico que le hicieron no coincide con las fechas. A Paco le da la risa floja. De perdidos al río, queda con la cajera y se la tira. Por lo menos, se consuela, eso saco en limpio. La última semana la pasa reponiendo yogures. Treinta y dos días. El penúltimo, el jefe de tienda jura que al día siguiente le enseñara la oficina, el ordenador y el papeleo. Pero cuando Paco se presenta, le dicen que el jefe de tienda ha salido un momento, y que se entretenga reponiendo quesos y leche. Por la tarde el jefe de tienda sigue sin aparecer. Sugieren a Paco que reponga yogures. Paco se quita el delantal y dice que los yogures los va a reponer la puta que los parió. Se va. Ahora quiere apuntarse a un curso de prácticas de tiro al blanco. No me imagino con qué objeto.
18 de noviembre de 2001
A los cuatro días empiezan a mosquearse. Oiga, le dicen al jefe de departamento. Ya hemos aprendido a no descojonarnos desde lo alto de la escalera con una segadora encima. ¿Qué otras prácticas vienen ahora? El jefe del departamento los mira y sin decir palabra se va a hablar con el hijo del dueño de la empresa. Llama al despacho. Bronca. Estoy harto de niños pijos dice el jefe Junio. A ver si queréis ser directivos en cuatro días. Volved el lunes. Paco y el colega vuelven el lunes, y el jefe de ferretería les dice que se han acabado las prácticas porque después de su protesta hay mal rollito. Puerta. Cuatro días por la cara. Ni un duro, claro. Son prácticas. Los dos proscritos se van a la Confederación de Empresarios. Otra bronca. A ver que se han creído estos chulitos, dice alguien. Van a echarlos a la calle -ya habéis practicado, dice uno- cuando alguien cae en la cuenta de que al no haber firmado Paco y su amigo el convenio de prácticas, no consta en ningún sitio lo de la ferretería. Y como las prácticas son obligadas, hay que buscarles a regañadientes otro sitio. Ahora es un potente supermercado. Esta vez Paco está solo ante el peligro. Hola, buenas, saluda al jefe de la tienda donde ha sido asignado. Tú qué quieres, etcétera. Por supuesto, el jefe de tienda no tiene ni puta idea de quién es Paco. Vuelve mañana chaval. Paco vuelve mañana, y lo mandan a practicar cuatro días a un mostrador, despachando fruta, hasta que alguien recuerda que no puede tratar directamente con el público. Así que, como faltan reponedores, quien mejor para reponer cosas que un técnico de distribución comercial en prácticas. Durante los siguientes 8 días. Paco adquiere una práctica del copón en reponer en los estantes licores, vinos, refrescos y derivados lácteos. En los ratos libres ayuda con los productos de camping. Por supuesto, todos los otros reponedores odian a Paco, porque está allí por gusto y no cobra.
Los cinco días siguientes los pasa en la carnicería, mirando cómo se cortan las chuletas. Aprende algo sobre envasado y reposición, y pregunta cuando le van a enseñar lo suyo, ordenador, papeleo. Le dicen que ya habrá tiempo, y luego lo mandan a la charcutería. Los primeros seis los pasa inventariando los embutidos y quesos del mostrador: pesa todos los jamones y cuenta minuciosamente las rodajas de chorizo, una por una. La única práctica útil la hace cuando anuncian la visita del inspector de sanidad: en solo medio minuto los empleados arreglan los productos, quitan los que no deben verse, barren limpian y lo dejan todo como una patena. Paco toma nota. Los siguientes dos días Paco no da golpe. El jefe de tienda le sugiere que se tome uno libre, pero el declina el ofrecimiento porque no se fía del jefe de tienda. Tampoco se fía de una cajera que le sonríe. Ve trampas por todos los sitios. Se ha vuelto un paranoico.
Otras sospechas rondan la cabeza de Paco. Por ejemplo, que la Confederación de Empresarios utiliza las prácticas como cebo para captar alumnos y subvenciones, y que a todos les importa una mierda que Paco haga prácticas o no. El caso es que, a dos semanas de acabar las presuntas prácticas Paco sigue sin saber nada de oficina, ordenador IBM -papeleo- lo llaman para decirle que se irá antes de lo previsto, porque el seguro médico que le hicieron no coincide con las fechas. A Paco le da la risa floja. De perdidos al río, queda con la cajera y se la tira. Por lo menos, se consuela, eso saco en limpio. La última semana la pasa reponiendo yogures. Treinta y dos días. El penúltimo, el jefe de tienda jura que al día siguiente le enseñara la oficina, el ordenador y el papeleo. Pero cuando Paco se presenta, le dicen que el jefe de tienda ha salido un momento, y que se entretenga reponiendo quesos y leche. Por la tarde el jefe de tienda sigue sin aparecer. Sugieren a Paco que reponga yogures. Paco se quita el delantal y dice que los yogures los va a reponer la puta que los parió. Se va. Ahora quiere apuntarse a un curso de prácticas de tiro al blanco. No me imagino con qué objeto.
18 de noviembre de 2001
5 comentarios:
Las prácticas son un timo, eso lo sabe todo el mundo, pero es que si no se hacen no te dan el Título, por eso hay que tragar tanta madera.
La verdad absoluta es que las prácticas son un timo, eso lo sabe todo el mundo. El problema es que hay que aprobarlas para que te den el título, por eso es que tenemos que tragar tanta madera.
Donde pone prácticas, poned beca de practicas y sirve para los másteres y la universidad
Esta claro que son un timo, pero depende del tipo de empresa que te toque y de el tipo de empresario, yo hice unas donde si que practique, y aprendí como funcionaba la empresa, pero eso es in grajo blanco
Vaya acabo de ver esto, soy "Paco"....
Gracias Arturo por publicar mi historia, me comentaron que en su época tuvo repercusión en esa empresa.
Espero verte algún día por Cádiz y saludarte.
Gracias
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